El envejecimiento de la población es una realidad innegable, en Chile, el 16% de la población corresponde a adultos mayores, y de ellos, un 14,6% vive solo (CASEN 2022). Esta cifra seguirá aumentando y se estima que al 2050 al menos el 30% de la población en Chile tendrá 65 años o más de acuerdo a los datos del Centro de Estudios de la Vejez y el Envejecimiento de la UC.
Este fenómeno plantea una serie de desafíos. A medida que las personas envejecen, experimentan cambios fisiológicos que modifican sus hábitos, conductas y necesidades. Estos cambios van limitando su autonomía y funcionalidad aun cuando quieran mantener su independencia.
Por otra parte, según el Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo, en Chile el 24% de las personas mayores se siente insatisfecha o muy insatisfecha con su vida social, lo que puede derivar en problemas de salud física o mental. La evidencia muestra que las redes humanas y de apoyo juegan un papel fundamental en el bienestar de las personas y a medida que avanza la edad, la conexión social es cada vez más importante. Relevando la importancia de generar espacios de acompañamiento y conexión social para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.
Es aquí cuando los adultos mayores y sus cuidadores, necesitan acceder a servicios, productos y actividades especializadas, las cuales normalmente se encuentran dispersas, no saben si confiar en lo que encuentran o no existen. Esta búsqueda puede ser compleja, toma tiempo y requiere conocimientos técnicos o tecnológicos, que resultan abrumadores.
